domingo, 24 de febrero de 2008

Demagogos

El don de la oportunidad, que se dice. Eso ha tenido el presidente Zapatero , no sé si la estrategia y el ímpetu a la hora de señalar a Córdoba como la capitalidad cultural le saldrá bien al presidente del Gobierno, pero lo que puedo asegurar es que le va a costar algún que otro voto. No sé si ZP sabrá de las maravillosas infraestructuras de que disponemos en la ciudad, los cuatro teatros que abren día y noche, la amplia oferta musical, porque como el viernes pasado dijo la ex teniente alcalde Angelines Costa : "Córdoba gusta de la música, de toda la música", de ahí que estemos en la cresta de la ola en cuanto a tendencias musicales, solo hay que ver la cantidad de gente de fuera que asiste a nuestros festivales de música cada mes, por no hablar del ritmo de ejecución del palacio de congresos. Aderezado todo ello con la multitud de tablaos flamencos, que por algo nuestro Estatuto ya guarda un sitio de honor para el flamenco, prosiguiendo con esas salas multicines en VO con las que disfrutamos día tras día de lo mejor del celuloide, nuestra renacida Filmoteca o nuestro ciclo de narrativa mensual. Todo ello organizado por nuestros maravillosos gestores culturales, que para eso lo sudan, alguno de los cuales vemos los fines de semana jactándose de traer a Fangoria tres veces en un mismo año o dándoselas de poseer la fórmula magistral de la coca cola, cuando no pasan de darnos agua con gas. No sé si ZP sabrá que el tejido cultural, la industria de la cultura como lo llaman la señora Costa y el señor Velasco es una tela de araña que a las primeras de cambio acabará siendo barrida, puesto que Córdoba no puede sostener los pilares fundamentales de su proyecto cultural en el Festival de la Guitarra, Eutopía y Cosmopoética. Porque Córdoba no puede aguantar ni un minuto más viendo cómo se ríen los políticos de ella, no pueden utilizar la capitalidad como arma electoral. Impasibles los ciudadanos observan este circo mientras otros lo que hacen es prostituir a la ciudad llenando sus bolsillos a su costa.

La demagogia llevada al punto más álgido, eso es la capitalidad cultural 2016. Ahora veremos en qué queda el invento de la fundación. Es una lástima porque es una oportunidad histórica, sería un buen momento para que políticos y ciudadanos de una vez por todas estuviesen al nivel de la Mezquita o Medina Azahara, porque, que a nadie se le olvide, son estas dos maravillas los espejos en los que mirarse para poder llegar a conseguir el objetivo, lo demás, pura demagogia, señor ZP.

miércoles, 20 de febrero de 2008

CUENTACUENTOS


España, Marzo de 2008, un grupo de héroes se adentra en la difícil misión de salvar un país. ¿Lograrán conseguir su objetivo? Así podría haber comenzado hace unos veinte años un relato de ficción, al más puro estilo Blade Runner. ¿Imaginan una fuerza política conformada por Bono, Gallardón, Aguilar y Pimentel? La tan ansiada “Tercera vía”. Una vía en la que no se permitiera el fraude del PER, en la que en el sistema educativo primase la educación y la enseñanza, una vía en la que el consenso no significara el ir a una guerra de la mano de aquellos que ponen precios a cabezas al mismo tiempo que rezan, en el que las economía sumergidas emergieran. Una fuerza política cuyo catecismo fuesen las listas abiertas. Puede parecer una quimera, de hecho lo es a día de hoy. El actual sistema de partidos y el bajo nivel en el que se encuentra el discurso político en la actualidad española nos llevan a una reflexión en la que difícilmente podemos llegar a ser ecuánimes a la hora de ir a las urnas, para muchos, la tercera vía es la del voto en blanco. Poco inteligentes son los líderes políticos actuales que se rodean en sus equipos de gobierno de personas no cualificadas, intentando ser objetivos, difícilmente se puede votar a partidos políticos en los que militen ciertos personajes. Partidos en los que el peso de su programa político recae en mentiras y promesas que lo único que hacen es convertir las campañas electorales en auténticos reality-shows. Pues bien, el P.U.E.D.E (partido unido en democracia española), pudiera ser esa tercera vía deseada por los españoles, un partido en el que un grupo de personas se enfrentasen a los problemas de un país llamado España, más preocupado por poner letra a un himno (para que los deportistas se aprendan algo y llenen ese vacío en sus corazones) que en garantizar un puesto de trabajo. El actual momento político me lleva a recordar el cuento de los tres cerditos, aunque la evidencia se rinde a la bipolaridad partidista, a la espera de ese tercer partido que fabrique la casa de ladrillos que ansiamos. Puede ser que nunca exista ese partido, pero también puede darse el caso en que algún día se encuentren una de las aspirantes a “mejor alcaldesa del mundo”, el “ambigüo” Bono, “el maltratado” Gallardón y el “cuentista” Pimentel, que por algo tiene una empresa editorial. Al menos, estoy seguro que sabría cómo vendernos a todos este cuento, y quién sabe, puede ser que sin quererlo, lo convirtieran en un auténtico Best-seller.


TU AFICIÓN ES SENTIMIENTO


Feo, vasco, cabrón, vete a tu país. Me comentan que micropoemas de este tipo fueron lanzados al unísono por algunos aficionados blanquiverdes el pasado fin de semana en el encuentro ante la Real Sociedad, ya se sabe, algo normal en todos los campos de fútbol, eso a lo que llaman sana rivalidad. Todo esto mientras se desarrollaba el seminario de Poesía e imagen en el que pudimos disfrutar de la presencia de grandes artistas del mundo de la cultura nacional y europea como pudiera ser el caso de los Marcel-lí Antúnez, Eduardo Scala o Isidro Ferrer entre otros tantos. De entre todos ellos, me quedo con la ponencia de Carlos Giménez, autor de cómics, el cual vino desangelado y pesimista con respecto al nivel cultural de España, se preguntaba qué ocurriría si cada día hubiese programas de hora y media en las radios sobre cuentos, o programas de televisión de más de cinco horas sobres poesía, narrativa, cine o teatro. Una auténtica locura, acabaríamos aborreciendo todo lo que tuviese que ver con la cultura, o tal vez no. Pero ya se sabe, pan y circo, son las premisas fundamentales para todo gobierno que quiera perpetuarse en el poder, ya sea autonómico o nacional. No nos enseñan a decir que no desde pequeños, aprendemos tarde a valorar el significado y el poder de la negación. Pero existe algo más preocupante aún: la parsimonia. No hay nada peor que dejarse llevar, bueno sí, el ser consciente de ello y no hacer nada. En estos meses proclives a mentiras políticas y engaños electorales debieran recapacitar los organismos y pensar qué hay que hacer para incentivar a la ciudadanía culturalmente, si bien, sabemos que no es una materia de principal interés para los responsables políticos.Habría que pensar quiénes son los gestores culturales y qué méritos tienen para ocupar ese cargo de responsabilidad, quizás ahí resida el principal problema. El sistema, tal y como está montado premia al mediocre en una sociedad aletargada y que no muestra síntomas de despertar en un futuro, al menos, inmediato. Resulta curioso, pero en muchos casos ese aficionado del que hablábamos antes, es el mismo que al día siguiente entra en una Institución y comienza a gestar una agenda de actividades culturales, el mismo que luego se jacta de su cargo, tampoco es de extrañar a estas alturas, cuando somos muchos los españoles que soportamos por las noches el insulto de decirnos que somos los mejores escuchando el transistor, curioso lema cuanto menos, y algunos duermen tan tranquilos.

Un Puente de película

Tras más de dos años de obras, dimes, diretes y dirán, ya disfrutamos de una nueva postal en nuestra ciudad gracias a la labor realizada por el “coronel” Cuenca. En un guión escrito por la Junta de Andalucía, emulando a David Lean, y con el beneplácito de la Academia cordobesa, representada por la Oficina del casco histórico, veremos si finalmente el ICOMOS aprueba su candidatura a los premios de la Academia. El puente de la Luz, o La encimera del balcón del Guadalquivir, muchos serán los apelativos que reciba la polémica restauración de aquí en adelante. El puente sobre el río Guadalquivir (otrora romano) supone un nuevo intento de adecuar y resarcir los daños del paso de la historia en nuestra monumental ciudad. Desde el punto de vista técnico no hay mucho que reprochar a esta restauración, a simple vista estampa es bonita, muestra una higiene, limpieza y belleza encomiables, el problema vendrá cuando el ciudadano de a pie cruce el puente y pise sobre ese suelo industrial de granito rosa, cuando comiencen a sustraer esos farolitos tan monos y el pueblo comience a mostrar su “civismo”, ése al que apela ahora dos años más tarde. De fondo, un problema sentimental y de identidad que no ha sabido proyectarse a la calle de la forma correcta, el mugir a destiempo no sirve de nada, realmente, ahora el puente es más romano que antes, ha recuperado su identidad estructural, al cordobés le puede parecer chocante, pero si se documenta un poco se dará cuenta que lo grave de este asunto no es el resultado final, sino el espíritu de indiferencia propio de la idiosincrasia de la ciudad, que nunca le interesa formar parte activa de lo que en ella ocurre, solamente cuando nada se puede hacer, y ni por esas, como bien se ha visto en el famoso tema del mercado del barrio del Alcázar. No sé si nuestro restaurado puente obtendrá los siete Oscar que su homólogo sobre el río Kwai obtuvo, pero de momento la banda sonora en los medios y en la calle va camino de tener la misma popularidad que la Marcha del Coronel Bogey, esperemos que al menos, el nuevo puente romano no corra la misma suerte y acabe siendo reconstruido en metal como su homónimo Tailandés, toquemos madera, o granito…