miércoles, 20 de febrero de 2008

Un Puente de película

Tras más de dos años de obras, dimes, diretes y dirán, ya disfrutamos de una nueva postal en nuestra ciudad gracias a la labor realizada por el “coronel” Cuenca. En un guión escrito por la Junta de Andalucía, emulando a David Lean, y con el beneplácito de la Academia cordobesa, representada por la Oficina del casco histórico, veremos si finalmente el ICOMOS aprueba su candidatura a los premios de la Academia. El puente de la Luz, o La encimera del balcón del Guadalquivir, muchos serán los apelativos que reciba la polémica restauración de aquí en adelante. El puente sobre el río Guadalquivir (otrora romano) supone un nuevo intento de adecuar y resarcir los daños del paso de la historia en nuestra monumental ciudad. Desde el punto de vista técnico no hay mucho que reprochar a esta restauración, a simple vista estampa es bonita, muestra una higiene, limpieza y belleza encomiables, el problema vendrá cuando el ciudadano de a pie cruce el puente y pise sobre ese suelo industrial de granito rosa, cuando comiencen a sustraer esos farolitos tan monos y el pueblo comience a mostrar su “civismo”, ése al que apela ahora dos años más tarde. De fondo, un problema sentimental y de identidad que no ha sabido proyectarse a la calle de la forma correcta, el mugir a destiempo no sirve de nada, realmente, ahora el puente es más romano que antes, ha recuperado su identidad estructural, al cordobés le puede parecer chocante, pero si se documenta un poco se dará cuenta que lo grave de este asunto no es el resultado final, sino el espíritu de indiferencia propio de la idiosincrasia de la ciudad, que nunca le interesa formar parte activa de lo que en ella ocurre, solamente cuando nada se puede hacer, y ni por esas, como bien se ha visto en el famoso tema del mercado del barrio del Alcázar. No sé si nuestro restaurado puente obtendrá los siete Oscar que su homólogo sobre el río Kwai obtuvo, pero de momento la banda sonora en los medios y en la calle va camino de tener la misma popularidad que la Marcha del Coronel Bogey, esperemos que al menos, el nuevo puente romano no corra la misma suerte y acabe siendo reconstruido en metal como su homónimo Tailandés, toquemos madera, o granito…

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